lunes, 27 de agosto de 2012

Ciclorrutas III: Valdorba sudoriental

Valdorba. Un viernes de agosto de 2012...

Dos intrépidos ciclistas salen de Orísoain (7:04) rumbo a Leoz (NA-5100). Pocos automóviles se cruzan en su camino; los pueblos de Artarian, Amunarrizqueta e Iracheta duermen; las piedras de Iriberri les miran tranquilas desde su fuerte de pinos sobre el valle; Leoz y Uzquita reciben a los viajeros con un clareo sobre el cielo, algo nublado.

Los ciclistas toman la carretera de Leoz a Sabaiza (NA-5153). El amanecer les recibe junto al portillo (7:55), pero con el sol a incipiente a la izquierda toman la pista blanca, rumbo al sur. El camino recorre la linde valdorbesa con el valle del Aragón, por la sierra de Guerinda; está bien marcado, pero el firme de gravilla muy suelto. Al poco de empezar, a la altura de Monte Julio, una fuerte pendiente hace detenerse a uno de los jinetes sobre dos ruedas, que no tarda en retomar la marcha. Después, las curvas provocan algún derrape. Pero todo marcha bien.

Los gigantes cervantinos saludan al paso con los brazos bien abiertos. Se acaban de despertar y se agitan al viento. El ulular triple de cada uno de ellos es la constante de esta parte del viaje. Un descenso y aparece la carretera (8:46) que lleva al Alto de Lerga (NA-5110), y tras ésta, a la derecha, el camino continua en forma de rampa de hormigón, hacia arriba. 

El camino se suaviza, hay menos desnivel, y siguen los aventureros a la sombra de los molinos. Junto al camino hay un molino reconstruido, que aunque ya no baila al viento instruye e inspira a sus jóvenes hermanos. Más adelante, llega un punto en el que una pequeña pila de hormigón se hiergue, como queriendo imitar a los molinos, pero sin brazos. Es el vértice geodésico (9:02) que reza lo siguiente: Monte Guerinda (878'30m). Es el punto que da nombre a la sierra; la vista es fabulosa. 

No extraña que quien subiese ahí en otras épocas se sintiese rey; la extensión de tierra es inabarcable. No sólo se ve la Ribera navarra entera, sino que a lo lejos, entre la bruma, el Moncayo inmenso mira de soslayo. Quizás en otra ocasión.

Algunos molinos se han detenido; más absortos todavía con las vistas que los viajeros, o quizás almorzando. En cualquier caso hay que volver a casa. Comienzan un descenso vertiginoso (9:05), en el que de nuevo el firme hace de la prudencia obligación, hasta que alcanzan Sánsoain (9:16). Entre el nuevo hotel y las instalaciones del tiro, otro descenso (NA-5163, carretera de Sánsoain) hasta alcanzar de nuevo la carretera que lleva al Alto de Lerga (NA-5110, cruzada antes), la cuál se sigue esta vez a lo largo de kilómetro y medio. 

Y tanto descenso trae sus consecuencias. Una rampa de cemento (9:26) es el único camino hábil por aquellos lares hacia Bézquiz. La subida comienza fuerte, pero se alcanza el casi despoblado enseguida (9:35). Sin acercarse al pueblo, por un camino se accede a la carretera de Amátriain (NA-5161), que los jinetes biciclistas recorren durante a penas trescientos metros. Un cartel de madera señala Orísoain por la pista asfaltada.

Por tierra de sobra conocida, pasan la muga junto a la fuente (seca) y alcanzan el alto de la Cruz de Ujué (9:44) y retornan al hogar (9:46). Una buena forma de pasar la mañana. Pan, queso, chorizo y bebida fresca calman al cuerpo.

Y el viaje en datos:
Tiempo: 2h 42min.
Distancia: 40'86Km.
Velocidad media: 15'13Km/h.
Velocidad máxima: 56Km/h (observada, en algún punto quizás haya sido algo superior).
Velocidad mínima: 5Km/h (en la falda de Monte Julio).

Esta vez no ha podido haber imágenes, pero ha hecho una mañana espléndida.

¡Hasta pronto!

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